dimarts, 24 de juny del 2008

Efectes de la música

"Tal vez ustedes ya hayan oído hablar del efecto Mozart, expresión que se refiere al poder transformador de la música de Mozart y sus efectos en la salud, educación y bienestar, especialmente de los niños. Recientemente los especialistas hicieron nuevas investigaciones en estas técnicas de musicoterapia. He aquí los resultados:

Efecto Paganini: el niño habla muy rápido y con palabras extravagantes, pero nunca dice nada importante.

Efecto Bruckner: el niño habla muy lento, se repite con frecuencia y adquiere reputación de profundidad.

Efecto Wagner: el niño se torna megalómano. Es posible que termine casándose con su hermana.

Efecto Beethoven: el niño padece de ataques de ira repentina, depresión y se hace el sordo cuando le hablan.

Efecto Mahler: el niño grita sin parar a todo pulmón durante varias horas diciendo que se va a morir.

Efecto Schoenberg: el niño nunca repite una palabra antes de usar todas las otras de su vocabulario. A veces habla al revés y con el tiempo la gente le deja de poner atención. El niño opina que esto se debe a la incapacidad de la gente de entenderlo.

Efecto Boulez: el niño balbucea bobadas todo el tiempo. Después de un tiempo a la gente ya no le parece gracioso, sin embargo poco importa pues sus amiguitos creen que es un genio.

Efecto Ives: el niño desarrolla una habilidad fenomenal para mantener varias conversaciones al mismo tiempo.

Efecto Philipp Glass: el niño acostumbra decir lo mismo una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez... con mínimas diferencias que nadie nota.

Efecto Stravinsky: el niño tiene una tendencia pronunciada a explosiones de temperamento salvaje, estridente y blasfemo que frecuentemente causan escándalos en el jardín infantil.

Efecto Stockhausen: el niño aprecia en cada ataque terrorista una obra de arte.

Efecto Brahms: el niño habla con una gramática y un vocabulario maravillosos siempre que sus frases contengan múltiplos de 3 (3, 6, 9 palabras, etc.)... Sin embargo, sus frases de 4 o 8 palabras resultan bobas y poco inspiradas.

Y claro, el Efecto John Cage: el niño no habla nada durante 4 minutos y 33 segundos. Es el niño preferido de 9 de cada 10 profesores.